«Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida.»
Antes que nada, la misericordia empieza cuando te conmueves con la realidad. Cuando al ver lo que tienes delante, te dejas impactar y esto te produce desde una sonrisa hasta una lágrima. Es justo ese momento en el que decides no quedarte con los brazos cruzados y reaccionar con misericordia.
Si al caso vamos, ¿qué es la misericordia? Para mí, más allá de ser el acto en el que compadeces al que sufre y le das tu mano, es un acto empático. Como dice el Papa Francisco, empiezas a ver al hermano con ojos sinceros, te pones a su servicio y dejas de pensar en un «yo» para pensar en un «nosotros».
¿Qué mejor momento para poner en práctica, o aumentar, nuestra misericordia ahora que estamos en el pleno jubileo de la Misericordia? Hay tantas cosas que pasan a nuestro alrededor que no vemos, a veces la persona que menos pensamos es la que más nos necesita. Tenemos que empezar a ver el mundo con esos ojos sinceros llenos de misericordia, llenos de amor, con ánimo de querer que todo sea mejor. Dejar los individualísimos, caminar juntos, encontrar el camino y sabernos realizados en la misericordia que Dios nos ofrece.
Mi experiencia con la misericordia ha llegado de tantas formas, desde ser la persona que ofrece su servicio hasta ser quien se encuentra en estado de necesidad. Justo eso es la experiencia, saber actuar cuando hace falta y dejarte acoger cuando lo necesites. A veces pensamos que al dejarnos ayudar nos verán débiles, pero yo pienso que hay que ser valiente para pedir ayuda cuando realmente la necesitas, y ¿qué mejor ayuda que la misericordia de Dios? Nadie nos conoce mejor que Él.
Reconocer que necesitamos de la misericordia de Dios no siempre es fácil, a veces todo se vuelve más complicado, pero con el tiempo te das cuenta que Él siempre ha estado presente y que sabe justamente lo que necesitas. El Papa mencionó una vez que hay que «dejarnos acariciar por la misericordia de Dios», lo cual es cierto, y esta puede venir de tantos lugares, puede venir en una presentación tan sencilla como el abrazo de una persona cercana, esto a veces nos confunde, porque es algo tan sencillo que no lo sabemos ver, lo tenemos en frente y no lo vemos.
Creo que la meta es como dice el Papa en esta frase base, hacer de la misericordia la ley fundamental que habite en tu corazón. Ahora la pregunta que nos tendríamos que hacer es ¿qué estoy haciendo para llegar a esto? Yo pienso que hay que afinar la vista, empezar mirando lo que hay dentro, ser valiente para pedir ayuda cuando la necesites y ser noble para prestar el servicio cuando alguien me necesite.
Yarani Acosta