Nuestra fe no puede descansar, hasta desterrar del continente el hambre, la tortura, la miseria y el terror, este es el mandamiento del amor.
Al terminar campamento misión, una semana diferente que te ayuda en lo más profundo de tu ser, a ser más humano, a ser cristiano de fe implacable donde encuentras la inquietud de que todo lo realizado en esa semana tan especial no puede quedar allí, al contrario, sentimos que teníamos el reto de continuar con la hermosa labor que es servir, ya que permanecía en cada uno de nosotros las ganas de ayudar al más necesitado, de servir a Dios y encontrarlo en el rostro de los niños.
Al grupo de jóvenes misioneros del Colegio La Concepción de Maracay, se les dio la oportunidad de realizar una bonita labor de compartir en varios aspectos con una comunidad llamada Guasimal. Desde hace 3 meses hemos ido cada sábado a comenzar con este gran proceso que se resume en: enseñanzas, juegos, risas, esperanza, alegría, aprendizajes pero sobre todo a dar mucho amor llevando la buena noticia de Jesús.
Es un trabajo que requiere de compromiso, voluntad, entrega, servicio y un esfuerzo que lleva constancia y disposición. Esta idea surgió desde el principio con el objetivo de unir alumnos, ex alumnos, laicos comprometidos, representantes y profesores para la realización de esta grandiosa misión, de manera que no solo se hiciera énfasis en los niños, sino también en las personas de cualquier edad.
Lo primero a realizar cada sábado son las dinámicas acompañadas de juegos de inclusión e interacción para que los niños despierten sus energías de la mejor manera, mientras que para los adultos se realizan manualidades impartidas po
r profesoras voluntarias del colegio. Luego, se da una pequeña catequesis de la manera más sencilla para que todos podamos entender la palabra de Dios sin ninguna dificultad, posteriormente se realiza con los n
iños una actividad relacionada con el tema dado. Después se hacen más juegos para finalizar el día con la oración final, donde todos juntos oramos y agradecemos a Dios.
Con experiencias así aprendes a apreciar cada detalle, a seguir viendo más allá de lo simple, a encontrar lo extraordinario en algo común, a comenzar a darle valor a cada sonrisa que te dan y quedan grabadas en tu corazón. Son experiencias que nos hacen crecer tanto como persona, es una labor muy maravillosa porque no es ir a enseñarles solamente, es ir a aprender de ellos también, un hecho que transforma tu vida de una manera notable. ¿Cuándo notas que verdaderamente la cambia? Cuando comienzas a valorar y agradecer todo lo que tienes y lo que no y tener esas ganas infalibles de dar y dar, dar manos para tender, dar hombros para apoyar. Lo mejor de todo es saber que también esta misión la puedes llevar hasta tu familia, tus vecinos, cuando das los buenos días, cuando cedes el paso a una persona, cuando en silencio le sonríes a un rostro triste, cuando valoras el esfuerzo de tus padres, recordando que siempre podemos ayudar al prójimo, ya que sin darnos cuenta no sabemos que realizando alguno de estos gestos, o regalando una sonrisa o mirada sincera logramos más que regalando cualquier otra cosa material. El mundo está falto de gestos, de amor, de personas reales, y muchas veces llega más al corazón una mirada llena de afecto que la medicina o la ropa regalada.
Cuesta entender que todas estas familias tienen realidades fuertes, y así como esta comunidad, hay muchísimas más que requieren ayuda, nos quejamos de no tener cosas materiales innecesarias que solo por vanidad o capricho las queremos, nos quejamos de lo que hay de comer en el almuerzo, o de que mi mamá me pide un favor, o de que simplemente las cosas son difíciles cuando en realidad más que quejas deben ser gracias, millones de gracias por lo que hoy en día se tiene y se es. Verdaderamente me duele las situaciones en las que me he visto rodeada, tanta hambre y sed de aprender, sed de fe, de cariño, que hay muchas veces que creemos que los problemas de nuestra vida son los más grandes y que somos los únicos en tenerlos cuando hay personas que tienen problemas muchos más grandes y significativos y sin embargo no se quejan, agradecen. Esto es como un trampolín que me lleva al querer seguir, al querer seguir siendo «Sal y luz para el mundo» como lo dijo Jesús, querer seguir siendo su instrumento para contagiar alegría y esperanza, porque el mundo nos necesita, necesita gente que quiera cambiarlo, mejorarlo, quererlo, necesita Jóvenes dispuestos a llegar hasta el centro del p
laneta con la satisfacción de dejar un camino en los corazones de las personas para que lo sigan y lo descubran cada vez más, y hagan relucir esa maravillosa persona que no pestañea, que no descansa, que siempre está para nosotros y que aunque nos mande dificultades siempre sabremos como sobrellevarlas. Hoy doy gracias primeramente a Dios y a la Familia Concepcionista por haberme permitido conocer esto que tanto amo, que es el servir de la mano de Jesús.
El Sábado 26 de julio de este mismo año, se llevó a cabo una pequeña fiesta para los niños, en la cual pudimos notar cómo la comunidad de Guasimal nos ha integrado de una manera excepcional con mucho cariño. Realizamos los mejores juegos como por ejemplo la infaltable «papa caliente» y varias rifas donde los niños demostraban muchas ganas de participar.
Esperanza, servicio y crecimiento, eso es lo que significa Guasimal para mi – Yenia Martínez (Piru)
Es una bella experiencia que te llena y te desborda el corazón de amor cada vez que miras la sonrisa llena de alegría de un niño y que sabes que fuiste parte de ella. Esas pequeñas sonrisas y miradas que ellos te regalan es lo que nos motiva a seguir dando todo por ellos gracias a esa alegría única que encuentras en sus ojos. Son gestos que valen oro, que te cambian el rumbo del día. Es grandioso no solo poder entrar en sus vidas si no que también ellos entran a las nuestras y abarcan un gran lugar en ella. Los gestos como que corran hacia ti emocionados a mostrarte su dibujo, que te pregunten si volverás o que se despidan de ti una, y otra, y otra vez, son gestos que nunca tendrán precio pero si tienen suficiente valor para aumentar nuestras ganas de seguir dejando huella y no desfallecer. Y en ese momento es cuando te das cuenta que toda esta maravillosa misión es parte de tu propia felicidad.
Es una oportunidad muy bonita para seguir creciendo en la fe, para encontrar a Jesús en cada uno de los niños, para aprender todos los sábados algo distinto, para seguir sintiendo la inmensa alegría que es servir.
Publicado por Paola Repetto.
Me siento bendecida por tener esta oportunidad de compartir con otros mi fe, mi alegría y mi cariño. Ahora siempre quiero que sea sábado, para poder estar con los niños y seguir con esta labor tan maravillosa que estamos llevando a cabo.
Andrea! Decía M. Carmen: «Encontrarás a Cristo en el corazón de los niños» Gracias por tu entrega y entusiasmo!