Ya estamos en Octubre, mes que la Iglesia dedica de manera especial a orar y promover la espiritualidad misionera y el testimonio de tantos hombres y mujeres que entregan su vida a Dios en el servicio de los más necesitados en tierras muchas veces lejanas a su propia patria. Es por eso que en esta oportunidad queremos compartir con ustedes la entrevista realizada a una misionera muy especial, religiosa concepcionista, que lleva toda una vida en nuestra querida Venezuela… M. Clementina Fernández.
Buenas tardes Madre, ¿podría comenzar con una breve presentación?
Hola Buenas tardes, soy Clementina Fernández Real, Religiosa Concepcionista Misionera de la Enseñanza. Tengo 86 años! y llegué como misionera a Venezuela ¡en el año 1957!, recuerdo bien aquel momento en que la Superiora Provincial de España me destinó a este bello país… han pasado unos años y me siento feliz.
Actualmente estoy destinada en la comunidad de Terrazas del Club Hípico.

- Madre Clementina, qué tal si nos cuenta un poco de su historia vocacional, ¿cómo llegó a convertirse en una religiosa concepcionista?
Pues mira yo soy natural de un pueblito llamado Riodolas, de la Provincia de Orense, en España…, y en un principio, cuando era adolescente, pertenecía a la Asociación del las Hijas de María. El cura de mi pueblo nos hablaba de la vocación y eso me cuestionaba mucho… pero realmente mi vocación nació por una amiga que yo tenía. Ella estaba interna en un colegio de monjas y me invitó a conocerlas. Eso fue suficiente motivo para que naciera en mí el deseo de ser religiosa concepcionista.
Realmente me costó mucho dejar a mi familia, pues yo soy la séptima de ocho hermanos, y por eso me costaba mucho dejar a mis padres, pues ellos estaban ya mayores. Sin embargo, el ejemplo y los consejos de esta buena amiga mía me ayudaron. Ella también entró con las concepcionistas, su nombre era Máxima Blanco, pero al entrar con las religiosas lo cambió por el de M. Fe Blanco. Ella y yo éramos muy íntimas amigas, amigas de corazón. Mis padres me apoyaron siempre. Recuerdo que mi madre me dijo: “Si vas a ser feliz vete” y eso me ayudo a terminar de decidirme.
- M. Clementina y, ¿En qué año llegó a Venezuela? ¿Cuál fue su primera comunidad, experiencia de esos primeros años en el país? Es decir, háblenos un poco de su llegada a Venezuela con las alegrías y los dolores del primer momento de fundación…
Llegue a Venezuela un 23 de agosto de 1957. Llegamos a La Floresta, en Caracas, era la única casa que teníamos para ese momento. Los primeros años de experiencia fueron especiales…teníamos que salir a otros lugares a buscar niños, pues los niños no eran muchos y por eso no había suficiente trabajo.
Me tocó ir de casa en casa para promocionar el colegio. Luego tuve que ir con los hermanos agustinos a dar clases de religión en su colegio… allí nos teníamos que quedar a almorzar, pues teníamos turno mañana y tarde. Y así fue mi primer año…un ir y venir asentando las bases de nuestro centro educativo.
La verdad, yo no tuve dificultades de adaptación, como misionera “venía dispuesta a lo que fuera”.
El segundo año aprendí a manejar, y empecé a hacer transporte en el colegio de la Floresta. Luego ya no fui más con los agustinos (Comenta M. Clementina, con aire de nostalgia y a la vez de satisfacción) siempre nos entendimos muy bien con la gente. Me sentí muy bien acogida. Es verdad que me sentía nueva, pues estaba en un país distinto al mío, pero bien, contenta.
Pienso que yo no he tenido mayor dificultad. En casa poco a poco íbamos adquiriendo lo que nos hacía falta. Como no había camas las compramos en una cooperativa, que llevaba un padre jesuita, luego esta cooperativa quebró, pero eso no viene al caso (risas de la madre). Los primeros tiempos de fundación siempre son difíciles… el ir estabilizándonos, el arroparnos hasta dónde llegará la cobija que “siempre fue muy corta” (más risas de M. Clementina), el ir aprendiendo de la gente que nos rodea…es parte de la vida, yo aprendí mucho!
- Madre, y ¿Cuánto tiempo duró sin ir a su casa? Porque si no me equivoco, en aquellos tiempos ustedes venían de España a Venezuela pensando que nunca más regresarían…
Sí, así era en aquellos tiempos… las cosas ya han cambiado y vamos cada dos o tres años a ver a nuestras familias….pero antes…antes te venías “para siempre”.
Yo volví a mi casa después de 9 años…En aquellos tiempos, cuando salíamos de España sabíamos que era para no volver, además, yo lo sabía por las hermanas de Brasil, que ya llevaban muchos años sin volver. Claro esta parte yo no se la dije a mi familia, les dije que sí, que después de un tiempo volvería…

Y cuando regresé a casa, luego de esos 9 años, ya no estaba uno de mis hermanos, había muerto…y el menor duré ¡13 años sin verlo!, cuando lo volví a encontrar ya casi ni lo conocía.
Pero en medio de todo esto, ¡Dios va dando la fuerza y la gracia!…y lo que uno sacrifica es mínimo con la felicidad que Él te da. Recuerdo que disfrutábamos con cualquier cosa en la comunidad… Cada vez que había un niño más en el colegio lo celebrábamos (su rostro se ilumina al decir estas palabras). Vivíamos la alegría de ser misioneras. En cuanto a la realidad del país pues nos tocaron las dificultades propias de un gobierno que acaba de caer…el de Pérez Jiménez. Fui testigo de muchos disturbios en la calle. Pero bueno, poco a poco nos fuimos acomodando.
- Mmmm, y ¿ a qué se ha dedicado a lo largo de todos estos años en el Venezuela? ¿cuál ha sido su misión, su labor o la actividad más realizada en las comunidades? …y, ¿Qué ha aprendido en esa misión, en el contacto con la gente, etc.?
Pues me dedique a la educación, y a las clases de religión. Iba a varias escuelas cercanas, y a los barrios. He aprendido que la gente es muy cercana, sobre todo lo aprendí con los más pobres y necesitados… Siento mucha satisfacción de haber estado todos estos años aquí en Venezuela.
- Y ¿Cómo describiría la misión concepcionista en nuestro país?
Pues como una misión muy bella y que sigue más vigente que nunca. (Lo dice con ojos llenos de ilusión y esperanza) con enseñanzas muy buenas y positivas, tanto para el país como para las instituciones, ya que a través de la educación se está forjando el futuro en nuestro país, y esta es la misión que nos dejó la Santa Carmen Sallés, nuestra fundadora… está misión ha ido creciendo con el tiempo y hoy día ocupa muchos lugares que antes eran solo un deseo, hoy son una realidad.
- ¿Cuál es el aspecto más importante para usted en su propia vocación concepcionista que le ha permitido vivir esta misión educativa?
La fidelidad a la llamada que Dios…ese deseo de responderle cada día, de serle fiel…eso me hace ser feliz en todo lo que realizo. En la misión y en el contacto con los niños y en las pequeñas cosas que yo puedo realizar.
- Para finalizar M. Clementina, ¿Qué mensaje le gustaría dejar a la gente que le rodea y a quien lea esta entrevista?
(No dudó en responder a esta pregunta, la respuesta aunque corta está cargada de mucha confianza y seguridad, esas que solo se consiguen con muchos años de experiencia)
Vivamos con mucha fe y esperanza el momento que nos toca vivir, y digamos como Carmen Sallés: “Adelante, siempre adelante, Dios proveerá”.
Mi Madre hermosa, como la extrañooooo, la amo la mejor persona que conoci en el mundo!
bella mi consentida madre clementina te quiero muchisimo………un abrazo muy fuerte y grandisimo…..
felicitaciones madre clementina!!!! me encanto verla por este medio:::
Soy Concepcionista y aunque no la conozco Madre Clementina, me encanta leer artículo de grandes mujeres… Estudié en Terrazas del Club Hípico y me da nostalgia ver las fotos de mi colegio. Un gran abrazo desde Panamá
Tan bella la madre Clementina! Nos esperaba con una sonrisa en la biblioteca del colegio La Concepción de Montalbán. Gracias por todo Madre!